"...yo estoy convencida no sólo como psicoanalista sino también como cantadora de que muchas veces las cosas de la naturaleza son las más curativas, sobre todo las muy sencillas y las que más tenemos a nuestro alcance. Las medicinas de la naturaleza son muy poderosas y honradas; una mariquita en la verde corteza de una sandía, un petirrojo con un trozo de hilo en el pico, una planta florida, una estrella fugaz e incluso un arco iris en un fragmento de cristal en la calle puede ser una medicina apropiada. La perseverancia es algo muy curioso: exige una enorme energía y puede recibir alimento suficiente para un mes con sólo cinco minutos de contemplación de unas aguas tranquilas". (Fragmentos en Clarissa Pinkola Estés: Mujeres que corren con los lobos, Zeta, Barcelona, 2009.pág. 264. La negrita es mía)
Hay días que me siento tan urbanizada, tan sobrepasada de movimiento antinatural, que pienso si servirá el cambio que intento por ejemplo en nuestra alimentación, o el modo que pienso (junto a mi marido) de crianza, u otras cosas que me identifican en relación al cuidado del medio, al contacto con lo natural y con la naturaleza. Viene un amigo, alguien que quiero mucho desde hace años, y dice de su bebé de 10 días "la pediatra dijo que llore no le va a hacer mal" y comentario siguiente "ya que tuvieron la suerte de que no vaya a neo pueden educarla ustedes para que no se malacostumbre" y con esto se refiere a pedir cercanía, brazos, afecto, mirada, calor, atención, mimos, sonrisas, teta, tiempo...
A esto me refiero cuando me siento sobrepasada, charlo con mi amigo, como amiga, como madre, como psicóloga después y luego callo, con dolor pero con respeto por él y sus ideas. Porque si sigo siento que voy a intentar imponerme como lo hizo su pediatra, con la diferencia de que ella lo hizo desde la total y terrible ignorancia.
Me enoja esto, SIIII MUCHOOOO!
No hay comentarios:
Publicar un comentario